¿Libertad? ¿Con un vampiro? Imposible. (CAPÍTULO 5)

viernes, 27 de septiembre de 2013
Eso me ayudó a correr, correr como nadie nunca lo había hecho. Pasando por al lado de aquél hombre sin prestarle la más mínima intención. Lo único que había aprendido en aquellos meses por las calles es que “El otro nunca lo haría por ti” así que no sentí ningún tipo de remordimiento. Cuando creí que iba a poder salir del callejón, divisé un hombre alto.

- ¿A dónde crees qué vas? -me preguntó penetrándome con la mirada.

Volví a darme la vuelta para huir, pero aquella mujer estaba detrás de mí. Al girarme nuevamente tenía enfrente mío al rubio que me miraba desde arriba. Cerré los ojos al sentir como el hombre me cogía del cuello fuertemente, dejándome sin respiración.

-¿Qué hacemos Eric? ¿Nos lo comemos? Tiene mejor pinta –preguntó la rubia señalando al otro humano.

-Hm… creo que nos lo quedaremos un rato. Pam, haz que olvide todo lo de esta noche, mientras me llevaré a este descubrimiento a una parte más segura. –sentenció aquél vampiro, que me daba más miedo a cada segundo que pasaba.

Noté como mi cuerpo se desvanecía, desmayándome por completo en sus brazos perdiendo toda la noción de lo que pasaba alrededor. De un momento a otro, como si no hubiese pasado ni un segundo, desperté en una cama muy amplia de color blanco con rosa. Era un hotel, un lujoso hotel.

-Así que ya has despertado, bien ahora me vas a escuchar…

**** ****

            Un “toc, toc” distrajo al joven de sus pensamientos, rápidamente se levantó a abrir la puerta, al hacerlo vió detrás a Eric, quien suspiraba pesadamente mientras pasaba su mano por su cabello.

- Te dije que no abrieras a nadie, parece que no te entra en la cabeza. En fin, ¿nos vamos? – preguntó el vampiro, que iba vestido con unos pantalones ajustados de color blanco y una chaqueta de cuero negra.

-  Ah sí claro, vamos.

            Al salir del hotel, el no muerto cogió entre sus brazos a John, despegando del lugar como si un avión fuese urgente a equis parte del mundo. En el trayecto el joven hada ni siquiera se atrevía a abrir los ojos, tenía miedo de que en cualquier momento se chocasen o se estampasen contra algo.

            Llegaron al Vantasía y entraron por la puerta de detrás, llegando a la botella donde se encontraba Pam cogiendo unas cajas de True Blood.

-Oh mira, pero si es imagina ser persona –saludó con sorna al menor.
-Hola Pam…
-Vete a la barra y atiende, pedazo de carne –terminó borde, como siempre.

Pasó otra vez por el procedimiento de ponerse aquél traje de cuero negro que tanto se apretaba a su cuerpo, le incomodaba mucho pero era el precio que tenía que pagar si quería trabajar. Era raro, pero eso por lo menos le hacía sentirse útil y le mantenía ocupado. Compartir la barra con Ginger era fácil, servía todo con mucha agilidad y él se encargaba básicamente de decirle lo que pedían.

Sin darse cuenta, saludó despreocupadamente a uno de los clientes que se acababa de sentar sin prestarle mucha importancia, al segundo cayó en su error. El hombre que había tomado asiento era nada más y nada menos que Sam Merlotte, ¿qué hacía aquí?

-H..hola –tartamudeó- ¿quieres que te ponga algo?

-¿Qué haces trabajando vestido así John? No me diste la impresión de que fueses así…-no pudo evitar sonar decepcionado.

-Son las únicas opciones que tengo Sam –respondió mientras le servía una cerveza, mirando de reojo a Eric, quien le miraba de su trono fijamente, sin quitarle ojo. Seguramente no habría reconocido al tabernero.

-Yo te doy trabajo, algo más normal y digno. Vente conmigo, no te preocupes por nada puedes vivir conmigo, podrías estudiar si quisieses. No seas tonto –insistió el hombre de ojos verdes, cogiendo la mano de John, quien se puso más nervioso aún.

-Sam, n…no puedo dejar a Eric. Me tiene vigilado las veinticuatro horas del día, me gustaría ser libre, pero no es algo que pueda elegir. Ahora ya no estoy aquí, estoy en el hotel Ritz de las afueras –contestó quitando la mano rápidamente, ignorándolo durante toda la noche para que Eric no sospechase nada.

Tiempo después el tabernero se marchó un poco resignado, quería sacar al chico de ese agujero negro de destrucción que solo le hacía daño y llevárselo con él. Estaría mucho mejor, él le podía propinar todo lo que necesitase, ¿por qué tenía que estar en manos de un vampiro? Los odiaba.
Al terminar la noche del Vantasía, aún quedaban un par de horas de oscuridad en las que Eric aprovechó para volver con su pequeño al hotel.

-¿En qué piensas? –preguntó serio, mirándolo desde el sofá mientras John se cambiaba. Recorriendo con su mirada todo el cuerpo del joven, esas piernas delgadas y ese torso plano, su cara…esa cara angelical que lo hacía enloquecer y que quería poseer.

-¿Eh? En nada… -respondió liándose un poco con los pantalones del pijama al asustarse un poco sobre la pregunta.

-Quiero follar –dijo firme, apoyando su mejilla en su brazo sin dejar de mirarle.

-Estoy cansado Eric, no he parado durante toda la noche…

-Has estado todo el tiempo dedicándole miradas a un tipejo de mierda y ahora dices que estás cansado, ¿Te piensas que me lo voy a tragar? No me jodas –harto, se levantó del sillón para coger de los brazos al adolescente y estamparlo contra la suave cama. Mirándole con…rabia.

-P…por favor para –suplicó este sin oponer resistencia, sabía que era inútil. Inevitablemente cayó una lágrima en su rostro, sabiendo lo que seguía. Otra vez.

-¡JODER! –vociferó, levantándose de encima del pequeño dándole una patada a una de los sofás individuales lanzándolo contra la pared- No te complazco, te quejas. Te complazco, te quejas. Te doy un lugar mejor, te quejas. ¿Qué tengo que hacer para que no te quejes? ¡Dímelo joder, dímelo!

No hay comentarios

Publicar un comentario